Quisiera ver el panorama en el que se encuentra mi isla desde una perspectiva un poco más optimista pero la realidad que yo, al igual que muchos de los puertorriqueños vivimos, es de pura amargura y negatividad.
No señores, no creo que estoy exagerando. Claro, ya ha pasado el tiempo y algunas cosas han mejorado pero los efectos de ese duro golpe huracanado siguen latentes. Yo podré vivir en un área rural, casi olvidada de la zona metropolitana y he visto mejoras que comparadas con el estado en que se encuentra el resto de Puerto Rico, se podría decir que estoy bien.
Pero no es así. Ya van más de 100 días para muchos puertorriqueños que se quedaron in electricidad desde el paso del huracán Irma y la ignorancia del gobierno hacia las cosas que tienen prioridad (o sea, SU GENTE), parece no tener fin. ¿Cómo es posible que luego de tres meses todavía sigamos en las mismas?
Y como si eso fuera poco, ¿cómo es posible que la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), quiera facturar cantidades exageradamente grandes a personas que carecen del servicio de energía? Una cosa es que el cliente deba el mes antes e que viniera el huracán, pero otra es que le llegue la factura a aquél que no tiene nada atrasado.
Pero vayamos a otro asunto, se suponía que para el 15 de diciembre Puerto Rico estuviera energizado en un 95%
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(Todavía estoy esperando a que las brigadas arreglen el poste que se cayó frente a la entrada de mi casa durante el embate de María).
Una vez más, la credibilidad del gobierno quedó en el piso. No sé porqué pero algo me dice que la clase política de este país ya no tiene remedio. Ahora la nueva meta para energizar el país está trazada para marzo del 2018, presentando la excusa de que no llegaron todos los materiales para reparar el servicio de energía. A este paso llegan las elecciones en el 2020 y seguiremos a oscuras.
Entonces, tendremos que esperar a que lleguen los demás materiales para que restablezcan la luz con la esperanza de que para la próxima temporada de huracanes no nos enfrentemos a otro Irma o María.
El camino es largo y ya no sé qué esperar. Que Dios nos ayude.
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