Ha pasado bastante tiempo y de las dos ofertas de trabajo en tutorías que tenía terminé escogiendo la primera. Claro ya las clases estaban por acabar pero en lo que ese último día de clases llegaba tenía que arreglármelas para subsistir.
También porque me liberé del niño de sexto grado que escribió una carta deseándole a un niño de Humacao que se muriera de leptospirosis. Así es....difícil de creer.
En fin, estas últimas semanas han sido intensas y curiosamente me he topado con varios niños que son muy especiales a la hora de hacer tareas de la escuela. Primero, tenemos a este niño de primer grado que le encanta hablar sobre todo lo que pasó con el huracán María. Incluso, cuando el nombre de María apareció en un problema de matemáticas que tenía que resolver, el niño saltó de su silla diciendo que todo el mundo odiaba a María por lo que ella había hecho con Puerto Rico. Esto, a parte de ocasionarme una pequeña sonrisa me confirma una cosa:
Los niños nunca mienten.
Por otro lado, está este par de chicos de segundo grado que son compinches en la escuela. Toman clase juntos y tutorías también. La niña es muy hiperactiva y quiere ser la más inteligente de todas mientras que el chico es más perezoso. Ambos se ayudan con las asignaciones lo cual es bueno, excepto cuando comienzan a pelear. Ahí es que entro yo.
La dinámica de ambos chicos es muy graciosa porque pueden pelear un momento y al siguiente ya ambos se encuentran hablando y riéndo entre ellos. Si las relaciones entre adultos fueran así, el mundo tendría menos problemas.
Esto me recuerda a una tarde que tuve que hacer las asignaciones con ellos. El chico tenía que escribir varios adjetivos al lado de las palabras que tenía asignadas y la niña sólo tenía que estudiar. El pequeño de segundo grado sólo pensaba adjetivos en inglés, pero la clase era de español. La niña quería ayudar, pero esta era una tarea que el chico tenía que hacer por sí solo. Cuando le tocó la palabra "maestra", el chico se puso nervioso a tal punto que tuve que ayudarlo y preguntarle cómo me describiría a mí que soy su tutora.
La niña rápidamente dijo "loca", y aunque se era un buen adjetivo se prestó para un momento de risas entre todos. El chico solamente pensaba en la palabra "sexy", pero finalmente se cambió la palabra por "linda".
En fin, esta es simplemente una de las diferentes tardes que dediqué recientemente a enseñarle a estos niños. Algunas son más llevaderas que otras, pero todas tienen una historia que contar.
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