Son las 2:30 p.m. Me bajo de mi auto y cruzo la calle rumbo a la casa dónde comienzo una nueva etapa en mi vida. Son sólo dos horas, de 3:00 p.m. a 5:00 p.m. de lunes a jueves. Cruzo la puerta y de repente mi cerebro enciende el "switch", lingüístico de mi segundo idioma pues me permite comunicarme con mi nueva jefa.
Comienza la tarea del momento. Tres niñas puertorriqueñas de distintos grados y grupos. Dominan el inglés pero también hablan español. Todas tienen tareas y material para estudiar en tan solo dos horas. A dos de ellas les encanta decir que no tienen nada que hacer, mientras que la tercera sabe todo lo que debe hacer pero no entiende el material muy bien.
Pasa el tiempo y me pongo fuerte con las dos traviesas del grupo. Logro hacer que una de ellas haga su tarea de matemáticas mientras que la otra hace la de inglés. La tercera del grupo termina sus tareas y se va a jugar.
Estamos a punto de terminar la tarea de inglés pero la otra niña se tranca en el último ejercicio de matemáticas. Respiro profundamente pues ésta se frustró con la asignación y se levanta de la silla para irse a jugar con los demás. La llamo pero no regresa. Sólo falta media hora más,
Regreso con la que tenía la tarea de inglés. A ella, que está en segundo grado, sólo le faltaba hacer una última hoja de su tarea. Escribir un poema.
Una. niña. de. segundo. grado. tiene. que. hacer. un. poema.
Yo escribí mi primer poema cuando estaba en octavo grado y no fue en inglés. Para colmo, no había un tema en específico. La única regla era que éste fuese en inglés.
Tic, toc, tic, toc.
La niña se frustra y yo le sigo la corriente de manera inconsciente. La otra niña regresa por orden de la jefa que descubrió que no había terminado. El reloj sigue su curso, los padres comienzan a buscar a sus hijos. Respiro hondo y me recuerdo a mí misma que esto es solo una prueba pues tengo otra oferta de trabajo similar que atender mañana. No me puedo rendir, el huracán María me dejó desempleada, Necesito el trabajo.
Regreso con la chica de la asignación de matemáticas y, luego de varios minutos, logro terminar con las tareas de ella. Ahora me toca la chica del poema.
Me tranco. Tantas letras que he escrito en todos estos años para formar noticias, cuentos, poemas, obras de teatro, artículos y todavía me quedo con la mente en blanco para una simple asignación de una niña de segundo grado. Dan las cinco, pero no sé que hacer. ¿Debo terminar la tarea o pretender que no existió y seguir mi camino? No, no puedo hacer eso.
Mi jefa me pregunta si terminé con la chica. Me rindo, no logro hacer nada. Hablo con la jefa sobre la tarea pero ella me mira extrañada y me dice que esa tarea no estaba en su agenda de tareas. Espera, ¿Niños de segundo grado tienen agenda de tareas?
Rápidamente busco la agenda y veo las tareas que tenía que hacer. Lo del poema era una mentira. Me siento aliviada al ver que en realidad ya había terminado mi jornada. Pero al mismo tiempo siento esta sensación amarga de ser engañada.....por una niña sin embargo, mi día terminó. Hago los arreglos para poder asistir a la otra oferta de trabajo y luego decidir con cuál me quedo.
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